La Situacion De La Iglesia Catolica En Los Estados Unidos A Comienzos De 2006

por Padre John McCloskey

La Iglesia Católica en los Estados Unidos está en un profundo estado de transición. Si se traslada en el tiempo a un sacerdote o laico del año 1965 al 2005, se quedaría asombrado y seguramente desconcertado ante los cambios dramáticos que se han dado en los 40 años transcurridos desde el final del Concilio Vaticano II.

Evaluación de la influencia americana

La naturaleza jerárquica y sacramental de la Iglesia permanece inmutable, por supuesto. Sin embargo, lo que ha cambiado claramente son la cantidad y el status del laicado, de los religiosos y sacerdotes en el Cuerpo Místico de Cristo y en relación con esto, también ha cambiado la forma de entender los papeles que les corresponde desempeñar en el seno de la Iglesia.

En el momento que escribo este artículo, estamos viviendo los efectos de lo que el Padre Richard Neuhaus quien es un converso muy reconocido, calificó de la larga ¨Cuaresma¨ por la que ha atravesado la Iglesia Católica en los Estados Unidos. Se refiere a la dolorosa revelación y encubrimiento de miles de acusaciones de abuso sexual en contra de jóvenes (algunas justificadas y otras no), por algunos clérigos católicos. Si bien esto ha causado una brutal desilusión en muchos laicos, las acusaciones afectan a menos del 2% de los clérigos católicos durante dicho período y muchos de los casos incluso se remontan al período anterior a la era post-Vaticano II.

Como resultado, cientos de sacerdotes católicos han sido separados de su estado eclesiástico y los fieles laicos han sido escandalizados. Sin embargo, y contrario a las predicciones negativas tanto dentro como fuera de la Iglesia, aparentemente el escándalo no ha disminuido la participación sacramental y ni siquiera las contribuciones financieras en las 195 diócesis que componen la Iglesia en los Estados Unidos. Como veremos más adelante, las estadísticas sugieren que en muchas áreas de la Iglesia, la situación está empezando a repuntar. En efecto, la Iglesia en este país podría estar en la cúspide de una era más vibrante y los fieles arraigados firmemente en las enseñanzas auténticas del Segundo Concilio Vaticano, presentadas bajo el magisterio del Papa Juan Pablo II y del Papa Benedicto, su estrecho colaborador y ahora su digno sucesor.

Si la Iglesia en los Estados Unidos está iniciando una marcha de varias décadas de duración hacia la Nueva

Evangelización, el status de Estados Unidos como la única potencia mundial le presta tremenda importancia a dicho evento.

En vista de las profundas divisiones de los americanos sobre tantos aspectos sustanciales de la moral –de aquí la conocida división entre los llamados Estados azules y rojos en las recientes elecciones-, el bienestar de la Iglesia en los Estados Unidos tiene implicaciones para los católicos en todo el mundo.

El propósito de este artículo no es la comparación y el contraste entre América del Norte y otros continentes. Sin embargo es obvio que en muchas áreas, la Iglesia en los Estados Unidos sale favorecida si se la compara con la situación de aniquilamiento y apostasía prevaleciente en Europa y con el caos de América Latina. El caso de Africa y de Asia es otra cosa, por supuesto, ya que están en pleno florecimiento evangélico. Sus extraordinarias tasas de crecimiento del siglo pasado, presagiaron con toda claridad que el centro demográfico de la Iglesia se desplazaría hacia el Este y hacia el Sur en los siglos venideros, cumpliéndose así el mandato de Cristo de que se predicara el Evangelio a todas las naciones.

En la actualidad existen aproximadamente 67 millones de católicos en los Estados Unidos, lo que representa el 6% de la población católica mundial de Un Mil Cien millones. Es interesante observar que en los últimos 40 años, el porcentaje de católicos en la población de los Estados Unidos se ha mantenido estable, flotando alrededor de un cuarto de la población. Esto es muy alentador en vista de la desintegración gradual de la corriente principal del protestantismo tradicional y el aumento de los no practicantes. Y puede ser que el número real de católicos en los Estados Unidos sea de muchos millones mas dado el alto nivel de inmigrantes ilegales latinoamericanos, la mayoría mexicanos. La culturización y evangelización de los inmigrantes hispanos tanto legales como ilegales va a ser crucial para el bienestar de la Iglesia en este país en la medida que esta tendencia migratoria se mantenga, ya que los hispanos registran por lo general una tasa de natalidad mucho más elevada que la de los católicos "anglos", negros o asiático-americanos. Afortunadamente en muchos seminarios cada vez más se está exigiendo o estimulando el aprendizaje del español como prerrequisito educativo, en vista de que cada día la Iglesia Católica en los Estados Unidos es más una Iglesia bilingüe.

Desde sus inicios y a lo largo de su historia hasta la década de los 30s, el crecimiento de la Iglesia en los Estados Unidos se debió a la inmigración. Sin embargo, ningún grupo étnico ni siquiera los irlandeses, ha inmigrado en forma tan rápida y abrumadora como la avalancha proveniente del sur de la frontera. Esa inmigración constante ha sido tan enorme que muchas personas llaman "Mexifornia" a California. Una de las grandes interrogantes que afecta a los Estados Unidos como país y a la Iglesia Católica es si la mayoría de los hispanos va a asimilar esta cultura aprendiendo inglés como históricamente lo han hecho otros inmigrantes o si van a formar una región separada dentro de los Estados Unidos dando como resultado una "Balcanización" del país.

El futuro de la Iglesia en los Estados Unidos dependerá de cómo se maneje la población inmigrante hispana. Si bien aquí la Iglesia es grande, todavía está por debajo del Brasil (144 millones), de México (126 millones) y de las Filipinas (70 millones). Por supuesto que estos tres países pueden ser catalogados como "países en desarrollo", y no se comparan con los Estados Unidos en riqueza o poder. Esto también se refleja en la "política" eclesiástica. En Estados Unidos hay 13 Cardenales, mientras que en Brasil hay 8, y en México y las Filipinas, 2. Otra forma de evaluar la influencia estadounidense es considerando que los votos de este país en el cónclave reciente fueron más que los de todo Africa. La Iglesia universal y las iglesias particulares en los países no pueden, naturalmente, medirse sólo con estadísticas, pero resulta claro que la estatura de la Iglesia en los Estados Unidos juega un papel significativo si no predominante en la Iglesia Universal.

Un ejemplo: los católicos en los Estados Unidos constituyen el 6% de la población católica mundial, pero tiene el 12% de los obispos y el 14% de los sacerdotes de la Iglesia. Sólo en los Estados Unidos hay más sacerdotes que en los tres países más católicos, combinados (41,000 en Estados Unidos, versus 37,000 en Brasil, México y las Filipinas juntos). Por eso es casi risible hablar de una "escasez sacerdotal" en los Estados Unidos, al menos en comparación con muchos países que están luchando para lograr atender poblaciones mucho más numerosas.

Indicadores clave: Sacerdocio y Vida Religiosa

Pasemos ahora a la situación del sacerdocio que es siempre un indicador clave cuando se considera la situación de la Iglesia. De varias formas las estadísticas en los Estados Unidos reflejan las de Europa, ya sea como resultado del hedonismo secular de la postguerra en Europa Occidental o de los efectos del comunismo soviético en la Europa Oriental. En todo caso, la causa primordial del quasi colapso en los niveles de católicos practicantes ya sea en los Estados Unidos o en Europa, fue un malestar post conciliar y una tremenda confusión. Pero eso lo trataré en otro artículo.

Veamos primero las cifras en los Estados Unidos. Al finalizar el Concilio en 1965, habían más de 58,000 sacerdotes. Ahora hay 41,000. Si se mantiene esta tendencia, (y no hay señales de un aumento dramático de vocaciones), en 2020 habrá solamente 31,000 sacerdotes y la mitad tendrá más de 70 años de edad. (Como ejemplo personal del efecto de esta demografía, en mi caso, yo fui ordenado en 1981 a los 27 años. Hoy a la edad de 52 años, cuando voy a reuniones de sacerdotes, soy uno de los más jóvenes). En 1965, se ordenaron 1,575 nuevos sacerdotes. En 2005 ese número fue de 454, lo que representa una reducción de más de dos tercios, y recordemos que la población católica en los Estados Unidos subió durante ese período de 45.6 millones en 65 a 64.8 millones en 2005, un incremento de casi el 50%.

El Ven. John Henry Newman dijo que "el crecimiento es la única evidencia de la vida". De acuerdo a su definición, la Iglesia en los Estados Unidos ha estado y continúa estando en una declinación aguda. A todas luces en estos años ha habido una fuerte disminución del número de seminaristas. Entre 1965 y 2005 el número de seminaristas se redujo de 50,000 (unos 42,000 eran seminaristas de secundaria y universidades, y alrededor de 8,000 de nivel de postgrado), a aproximadamente 5,000, lo que equivale a una reducción del 90%.

La abundancia y la integración creciente de los católicos americanos en la sociedad, han sido las responsables de este cambio, ya que el ingreso al sacerdocio se convirtió simplemente en una ruta más entre las muchas que conducen al status profesional. Además, el tamaño promedio de la familia americana (influenciada por la misma abundancia y por el acceso cada vez mayor a los anticonceptivos) bajó de siete a cuatro, lo que significa que nacen menos hombres dentro de familias que a su vez son menos generosas y menos dispuestas a estimular en un hijo la vocación del sacerdocio célibe. Esta tendencia ya se había iniciado mucho antes del Vaticano II, en los años cuarenta, cuando comenzó a bajar el número de sacerdotes comparado con el de los laicos católicos.

Si bien ha habido un aumento moderado en el número de seminaristas y una ligera alza en las ordenaciones sacerdotales, no cabe esperar un aumento significativo en las vocaciones sacerdotales en los Estados Unidos, al menos comparable a los altos niveles de 1965.

Por otra parte, los obispos jóvenes que fueron consagrados durante el pontificado de Juan Pablo II están adoptando un enfoque más positivo y más proactivo para atraer jóvenes al sacerdocio. En varias diócesis este enfoque ha tenido un éxito considerable. Hay además otro acontecimiento que deberá influir en las futuras vocaciones. Por instrucciones del Vaticano está iniciándose ya una investigación a nivel nacional de los seminarios americanos, la cual fue ordenada hace más de tres años como consecuencia de las explosivas revelaciones de los escándalos de abuso sexual . Sin duda alguna dicha crisis se debió en parte a la presencia de homosexuales activos en los seminarios y en el sacerdocio. Podemos anticipar que las conclusiones y recomendaciones resultantes de la investigación, junto con el documento que recientemente sacó el Vaticano prohibiendo la entrada de homosexuales a los seminarios, llevará a estos a una mayor fidelidad al magisterio de la Iglesia, a una mejor atmósfera moral y por tanto a un mayor éxito en la tarea de atraer a jóvenes que sean viriles y puros.

Finalmente, con toda seguridad, el ejemplo poderoso de hombres que han sido canonizados recientemente, tales como San Maximiliano Kolbe, San Pío de Pietrelcina y San Josemaría Escrivá, unido a la inspiración que ofrece el sacerdocio, el largo pontificado y el reciente fallecimiento del Papa Juan Pablo II, atraerán a numerosos jóvenes al sacerdocio. Cabe mencionar también que gradualmente están surgiendo en los Estados Unidos varias nuevas realidades eclesiásticas (muy favorecidas por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI), tales como el Neo Catecumenado, que están ya produciendo vocaciones para el sacerdocio diocesano.

El número de hombres y mujeres que hacen sus votos en las comunidades religiosas se ha reducido aún más en los Estados Unidos desde la clausura del Concilio Vaticano II. En 1965 habían 22,707 sacerdotes, ahora hay 14,137 con un alto porcentaje de ancianos. Los hermanos religiosos pasaron de 12,271 a 5,451 y las religiosas de la increíble cifra de 179,954 en 1965 a 68,634 en 2005.

Cabe señalar que la baja en los números de sacerdotes, religiosos, hermanos y hermanas, así como de los sacerdotes diocesanos, es el resultado no sólo de los fallecimientos y de la escasez de vocaciones sacerdotales o religiosas, sino también de deserciones masivas. Este éxodo tiene también naturalmente un efecto negativo en los jóvenes y las jóvenes que pudieran tener vocación para la vida religiosa. Los cambios radicales en las congregaciones religiosas y el abandono de las reglas tradicionales, de la vida en comunidad y del hábito, también dificulta el reclutamiento y en muchos casos desanima la perseverancia en las vocaciones. Como resultado, ahora hay muchas más religiosas americanas mayores de 90 años que menores de 30. El número de monjas católicas que en 1965 era de 180,000 ha caído en un 60% y su edad promedio ahora es de 68 años. El número de monjas educadoras ha bajado en un 94% desde que clausuró el Concilio. El número de muchachos que estudian para ser miembros de las dos órdenes principales de educadores, los Jesuitas y los Hermanos Cristianos, ha bajado en un 90% y en un 99%, respectivamente. Hay pocos indicios de revitalización en esta parte de la Iglesia en Estados Unidos. No obstante, hay esperanzas en el surgimiento de nuevas congregaciones religiosas y en el resurgimiento de otras.

Las únicas congregaciones religiosas que están dando señales de vida y están atrayendo muchas vocaciones, son las congregaciones firmemente fieles y evangelizadoras como los Frailes Franciscanos de la Renovación y los Legionarios de Cristo. De igual forma, entre las mujeres, son las congregaciones que llevan el hábito completo y que tienen una firme vida de oración y de comunidad, las que están atrayendo muchas vocaciones, por ejemplo, las Dominicas de Nashville y las Clarisas Pobres de la Madre Angélica. Las Carmelitas tradicionales continúan también atrayendo una corriente constante de vocaciones jóvenes.

Golpes duros para las escuelas

Ahora podemos examinar la situación de lo que fue la dicha y el orgullo de la Iglesia Católica en los Estados Unidos antes del Vaticano II: el sistema educativo. Este abarcaba desde la primaria hasta cientos (sí, cientos) de colegios y universidades católicos. Nunca ha existido en la historia de la Iglesia un sistema educativo tan grande y tan fundamentalmente sólido, al menos en apariencia. De acuerdo al trabajo pionero de San Juan Newmann, las parroquias se encargaban de la educación primaria. Dirigían también las escuelas secundarias, pero muchas otras habían sido fundadas por legiones de religiosos y religiosas. La mayoría de las escuelas secundarias atendían a jóvenes del mismo sexo, mientras que algunas eran coinstitucionales, o sea, se aceptaban varones y mujeres en el mismo edificio pero se les educaba separadamente. La combinación de matrimonios estables, familias relativamente numerosas y una sólida catequesis, producía lógicamente, no sólo abundantes vocaciones sino también hombres y mujeres bien formados que vivían su fe con coherencia en su trabajo profesional, en la vida pública y en sus matrimonios. Todo eso de hecho ha desaparecido.

Aproximadamente la mitad de las escuelas católicas que funcionaban en 1965 han cerrado. A mediados de los sesenta unos 4.5 millones de estudiantes asistían a las escuelas católicas, mientras que actualmente ese número se ha reducido a la mitad. Aún más preocupante es la educación religiosa que se ofrece en las escuelas que aún quedan: muchas de las personas que dirigen y enseñan en los programas de catequesis son católicos laicos de la generación X que tienen una formación deficiente y serias dificultades con los aspectos de la vida doctrinal y moral de la Iglesia Católica. Sólo un 10% de los profesores laicos de religión aceptan las enseñanzas de la Iglesia, en materia de anticonceptivos; el 53% cree que las mujeres católicas pueden tener un aborto y seguir siendo buenas católicas; el 65% dice que los católicos tienen derecho a divorciarse y volver a casarse y a finales de la década de los noventas, en una encuesta del New York Times, el 70% de los católicos entre las edades de 18 y 54 años dijeron creer que la Sagrada Eucaristía no era más que un "recuerdo simbólico" de Jesús.

Pasemos ahora al tema de la educación superior. Existen actualmente 224 instituciones de educación superior y universidades que los obispos de los Estados Unidos reconocen formalmente como católicas. Entre ellas las universidades de Georgetown y Notre Dame se encuentran entre las primeras 25. Sin embargo el término "católico" se usa muy ampliamente. En muchos casos sólo quedan el nombre y las estatuas como signo del origen católico de las universidades. Si usamos como criterio, el más importante componente de toda universidad católica, o sea, la fidelidad del departamento de Teología, sólo unas 15 de las 224 (menos del 10%) tienen facultades de Teología que han recibido íntegramente el Mandato (la autoridad del obispo diocesano local que autoriza a dicha facultad a enseñar la Teología Católica) de parte de la autoridad eclesiástica competente. Este es un requisito de la Congregación para la Educación Católica, de acuerdo a la Constitución Apostólica para la Educación Superior (1990), Ex Corde Ecclesiae.

A pesar de todo, hay signos de esperanza. En los últimos treinta y pico de años, se han fundado una docena o más de nuevas universidades católicas, en parte como reacción frente a la creciente secularización de las instituciones católicas nominales. La mayoría están prosperando, si bien no son grandes instituciones. Entre las más grandes figuran la Universidad Franciscana de Steubenville, la Universidad de Dallas y la Universidad Ave María recientemente fundadas. Entre las más pequeñas cabe mencionar: Thomas Aquinas College y Christendom College. Todas tienen el currículum básico requerido para las artes liberales, incluyendo teología y filosofía.

Otro signo de esperanza surge entre algunas de las universidades grandes. La Universidad de Notre Dame parece estar regresando poco a poco al catolicismo impulsada en parte por su nuevo presidente y por un estudiantado que ha recibido una mejor catequesis y también por los egresados que exigen un regreso a la fidelidad a las enseñanzas de la Iglesia. Si Notre Dame vuelve a su lealtad total a la Iglesia tanto en sus enseñanzas como en el ambiente en el campus, podría servir como pauta para que otras universidades "católicas" regresen a sus orígenes. Otros signos positivos: algunos obispos están notificando a las universidades que no pueden autodenominarse católicas sin ganarse el título con ortodoxia moral y doctrinal y hay por lo menos 6 nuevas universidades católicas en desarrollo.

Viviendo la fe

Al cerrar, analicemos la participación cuantitativa de los seglares católicos en la vida sacramental. Antes del Concilio Vaticano II aproximadamente el 75% de los católicos asistían a misa los domingos. Para el año 2004, este porcentaje era del 32%. En un domingo cualquiera puede ser que hasta un 40% de los católicos americanos vaya a misa si bien algunos de ellos no van a misa con la regularidad con que lo hacían antes del Concilio. Esto sugeriría además, que en realidad no hay déficit de sacerdotes, aunque claramente se observa un excedente de edificios de la Iglesia ya que las congregaciones practicantes no son tan numerosas. Así se explican los cierres de parroquias principalmente en las grandes áreas metropolitanas en los últimos 15 años.

Preocupa aún más la costumbre en este país de que prácticamente todos los seglares que asisten a misa los domingos reciben la Santa Comunión. En vista de la marcada reducción en la recepción del Sacramento de la Penitencia, deben haber numerosas comuniones sacrílegas. Aquí hay que hacer mucho trabajo de catequesis.

Desde el punto de vista cultural resulta interesante observar los cambios en los patrones electorales de los católicos en los Estados Unidos en los últimos 40 años. Desde la década de los sesentas los votantes católicos se han apartado del partido Demócrata y se han inclinado claramente hacia el Partido Republicano. Cuando las encuestas presentan la opción entre católicos que asisten a la iglesia y los que no asisten, los Republicanos dominan ampliamente entre el grupo de las personas que asisten a la Iglesia. Pero los Demócratas predominan entre los grupos de los que no frecuentan la Iglesia. Extrapolando, podría afirmarse que el católico americano, mientras sea más ortodoxo en sus creencias y más asidua su asistencia a la Iglesia, es más probable que vote por los Republicanos cuya plataforma nacional está más en consonancia con la posición de la Iglesia en temas no negociables como el aborto, el matrimonio entre homosexuales y los experimentos en los embriones humanos.

Cómo viven los católicos americanos los aspectos morales del matrimonio y de la familia en la actualidad? Las estadísticas disponibles no son muy exactas. En un 30% los católicos tienen menos posibilidad de divorciarse que el resto de la población. Los católicos practicantes tienden a divorciarse 50% menos que los americanos seglares no afiliados. Un 20% aproximadamente de todos los matrimonios católicos en los que por lo menos uno de los cónyuges asiste a misa todas las semanas, termina en divorcio.

Desafortunadamente, pero sin que sea una sorpresa, la tasa del uso de los métodos anticonceptivos es la misma entre los católicos que en el resto de la población. En consecuencia, el número de hijos en las familias católicas no es sustancialmente distinto al de los no católicos. Hay una tendencia más baja de abortos entre los católicos comparado con el resto de la población pero no es una gran diferencia. La clave para interpretar estas estadísticas radica en cómo definimos qué es un "católico". En estos temas morales hay una enorme diferencia entre el católico que asiste semanalmente a la iglesia y el que sólo va unas pocas veces al año. Yo quisiera sugerir que uno de los grandes temas para la Iglesia en las décadas venideras, sea la claridad en diferenciar quien es y quien no es un católico practicante. El resultado puede que sea una Iglesia más pequeña pero mucho más fervorosa y evangelizadora, lista para realizar la Nueva Evangelización en los Estados Unidos que puede producir abundante fruto en los próximos 25 años en el país y en el mundo entero.